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  jueves 12 de junio de 2008 enviar por email versión para imprimir

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  IMPACTO
En vez de jugar, trabajan
La venta de billetes no faltaba, en pleno domingo.

Kathyria Caicedo | DIAaDIA

Eran casi las 8 de la mañana, y en una quesería del área Oeste de Panamá, la actividad apenas comenzaba. Los carros iban llegando poco a poco, en su mayoría se dirigían a la playa, pues por el atuendo de sus ocupantes era fácil deducirlo. El arribo de cada uno de estos vehículos significaba una posible venta para un pequeño que corría a ofrecer su producto. A simple vista, no se sabía qué era, pues su única acompañante era una cajeta. Más tarde descubrimos que eran pastelitos de carne.

Se hicieron las 9 de la mañana, llegó un segundo vendedor, "Luisito" (nombre ficticio). Como ambos tenían cajetas similares, la lógica no daba para más, eran abastecidos de la misma mercancía y en el mismo lugar. El negocio fue aumentando, el flujo vehicular había crecido. Eran las 9:20 a.m. y otro vendedor llegó al área de venta, con una diferencia: su edad; por lo menos su tamaño reflejaba una mayoría de edad. Diez minutos más tarde, llegó otro, pero éste era todo un hombre.

Los más grandes parecían ser la competencia de los más pequeños. Pero faltaba uno, a las 9:40 a.m., el más tierno de todos venía con su cajeta al hombro, para unirse a la avanzada. No pasó mucho tiempo cuando el primer vendedor se retiró. Había cumplido su cometido.

Luisito se tomaba su tarea con calma. Se paraba en una esquina, dentro de la quesería, a esperar. Apenas veía un carro salía corriendo. En esa espera se tomó un café, a veces no tenía ni que salir corriendo porque las personas dentro del local le compraban, y ya casi tenía el día resuelto, pues sacó el fajo de plata, y había más de 10 dólares en billetes de a uno. La venta en sí, no es tan difícil, ya que dentro del local no venden pastelitos.

Antes de que a Luisito se le terminaran los pastelitos, DIAaDIA lo abordó. No fue mucho lo que contó, pues el interrogatorio lo sacó un poco de onda. Tiene 14 años, la misma cantidad de paquetes que tenía que vender. Sí, dentro de cada paquete hay cinco pastelitos, la bolsita tiene un valor de 75 centésimos. Un señor se los da; ¿los contrata? Sí, se limitó a decir. La impaciencia lo comenzaba a invadir y no hubo más remedio que dejarlo ir. Él iba a seguir vendiendo, a tener la atención de algunos y el desprecio de otros.

UN DIA PARA MEDITAR
Él y sus amigos de faena son sólo una minúscula muestra de los niños trabajadores de Panamá, que vale la pena traer a colación, hoy, "Día Internacional contra el Trabajo Infantil".

La primera Encuesta Nacional sobre la situación del Trabajo Infantil reflejó que existen casi 50 mil niños en esta situación, aunque lo más seguro es que haya aumentado. Esta encuesta se realizó en el 2001; en ese mismo año, Panamá suscribió los dos convenios más importantes que hay contra el trabajo infantil. Estos fueron el 138 sobre la edad mínima de admisión al trabajo, y el 182 sobre las peores formas de trabajo infantil, según explicó Briseida Barrantes, coordinadora nacional para la Erradicación del Trabajo Infantil de la OIT.

Barrantes añadió que este número (50 mil), en comparación con el total de la población panameña es alto, sin embargo, en comparación con Centroamérica, Panamá tiene el nivel más bajo de trabajo infantil.





 
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