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Evidelia Velásquez | DIAaDIA |
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Sobre un linoleo frío, con moscas posándose por todo su cuerpo y envuelto en un pedazo de tela, estaba Carlos Daniel Dumasi, pues el calor era tan insoportable que su madre lo colocó en el suelo para aliviar su malestar. Este niño de mirada interrogante, porque no puede hablar, tiene siete años y sufre de parálisis cerebral; además, presenta rasgos de desnutrición, pues la economía del hogar no permite darle la alimentación que necesita, y como su padre no quiso saber de él, no recibe ninguna ayuda de su parte. Carlos Daniel y su familia viven al final de la calle principal en Felipillo, en un cuarto hecho de madera y zinc, donde sufren un calor infernal. Además, no tienen agua potable, ni siquiera una letrina. El terreno donde construyeron su casa es pantanoso. Según María, madre de Carlos Daniel, ellos se metieron a vivir en ese lugar sin permiso, y siempre están con la preocupación de que en cualquier momento los van a echar, por lo que pide que le ayuden a conseguir una mejor casa. Aunque sumida en la pobreza, María mantiene la esperanza de que mejores días vendrán para ella, Carlos Daniel y Luis Ricardo, su otro hijo, pero por ahora ella sólo desea poder conseguir un coche para no poner a Carlos Daniel en el piso, además de pañales desechables, alimentos nutritivos y un poco de ropa, pues sus hijos permanecen desnudos casi todo el día.
MUY LEJOS
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