Después de tres semanas de huelga y de enfrentamientos entre sindicalistas y unidades de control de multitudes, todavía se percibe el caos.
Prueba de ello son las construcciones desoladas, el cierre de muchas fondas de comida y la merma en algunos locales comerciales.
Esto nos indica que las familias que dependían de esta labor están pasando necesidades y aún no se sabe cuándo las actividades económicas se normalizarán.
Todo esto conlleva a una cadena de pérdidas para un pueblo que día a día trata de superar obstáculos, esperando que en algún momento el sol salga para todos.
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