Continuará el otro año. El joven Franklin Pinzón, quien denunció ser víctima de discriminación en la sede regional de la Universidad de Panamá, extensión de Aguadulce, por presentar dificultades psicomotoras y ser tildado de retraso para sus compañeros en la carrera de Licenciatura en Inglés, decidió continuar sus enseñanzas hasta el mes de diciembre y retirarse.
Pinzón se siente decepcionado porque con tanta publicidad que se ha dado a la inclusión de estudiantes con discapacidades, en este centro pareciera que no existe, pues no tienen rampas ni otras facilidades, incluso, no poseen personal con la paciencia para lidiar con estudiantes discapacitados.
Le llena de satisfacción que su caso haya servido para que la gente se dé cuenta de la cruda realidad por la que pasan los discapacitados en los centros universitarios.
En tono cómico dice que por ahora bajará la guardia, pero para el otro año vendrá con nuevos bríos y luchará hasta lograr sus sueños: ser un panameño capaz de valerse por sí mismo y no ser lástima de nadie.
Sumado a los obstáculos que ha tenido en la universidad, pasa por una situación económica difícil, ya que su madre está enferma y todos los días tiene que tomar medicamentos que le cuestan mucho.
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