Cuando veo a un viejo mendigo que me sonríe, veo a una persona sucia que probablemente quiere dinero y me aparto. Mis hijos ven a alguien que les sonríe y le devuelven la sonrisa.
Cuando escucho una canción, me gusta. Pero no sé cantar y no tengo ritmo; entonces me siento y la escucho. Mis hijos sienten el son y bailan. Cantan y no se saben la letra, crean la suya propia.
Cuando siento un viento fuerte en mi rostro, me esfuerzo contra él. Lo siento despeinando mi cabello y empujándome hacia atrás mientras camino. Mis hijos cierran sus ojos, abren sus brazos y vuelan con él, hasta que ruedan por tierra de tanto reír.
Cuando rezo, digo Tú y Vosotros y concédeme ésto, dame aquello. Mis hijos dicen, "¡Hola Dios! Te agradezco por mis juguetes y mis amigos. Por favor, aléjame de los malos sueños esta noche. Yo todavía no quiero ir para el cielo. Sentiría la falta de mi mamá y de mi papá".
Cuando veo un charco de lodo lo rodeo. Veo zapatos enlodados y tapetes sucios. Mis hijos se sientan en él. Ven represas para construir, ríos para cruzar y animalitos para jugar.
Me gustaría saber si los hijos nos fueron dados para enseñarlos o para aprender de ellos... Yo te recomiendo que aprecies las pequeñas cosas de la vida, porque un día podrás mirar hacia atrás y descubrir que eran cosas realmente grandes.
|