Llegó la era de los concursos televisivos o "realities shows" y con ella la gastadera de plata. Esos concursos en que un selecto jurado escoge a un ganador por talento es historia; ahora el que no tiene "chen chen" o un grupo de amigos que se mueva "buco" vendiendo rifas, suéteres y hasta saus, no va para ningún lado.
Aquí no vale tirarse al piso o llegar a la nota indicada, lo que cuenta es tener "platita" para llamar, así sea el peor de los peores.
"Mami, dame 0.75 centavos para mandar un chat para salvar a ....", "En esta quincena tengo que sacar B./5.00 palos para llamar por..." son las frases que he escuchado las últimas semanas. El colmo de los colmos fue mi sobrina de 11 años, quien tomó el celular de su mamá y apoyó más de cinco veces a su favorito. No sólo eso, los padres con ganas de que su hijo sea una estrella se gastan los ahorros de años, y lastimosamente cuando no quedan, comen arroz con huevo, porque la tuna está bien cara.
Yo sólo tengo una pregunta, ¿qué gana con esto? Porque no creo que cuando se convierta en un ídolo te saque de la pobreza, es más, quizás ni te salude en la calle.
Lo único cierto es que los resultados de todos esos ganadores son casi lo mismo. Ha pasado el tiempo y no vemos frutos de esas victorias, las producciones discográficas no llegan y las presentaciones son esporádicas. Es más, siguen pobres y luchando por sobrevivir.
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