En muchas ocasiones, los padres creen que es normal usar frases como: ¡Qué tonto eres! para regañar a sus hijos. Lo que no saben es que ese trato puede causar en los pequeños un daño psicológico que puede predeterminar su comportamiento a medida que van creciendo.
En vez de perder la paciencia y empezar a gritar, lo que debe hacer es animarlos y darles la oportunidad de mejorar su personalidad. Por ejemplo: Si el niño es muy llorón, cada vez que pida algo sin quejarse haga hincapié en alabarlo, más que en regañarlo, y recuérdele cuando se queja.
El vínculo de cariño y de respeto es más efectivo que las riñas y los castigos.
Si suele romper los juguetes, valore aquellos que se mantienen íntegros y juegue con el niño con esos juguetes.
Si su problema es que olvida las cosas, recurra a listas hechas por él colocadas en lugares estratégicos.
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