Se supone que en el puente peatonal del San Miguel Arcángel no se permitiría la permanencia de los vendedores ambulantes, pero sucede que el domingo había una señora vendiendo hot dog y chichas. De seguro que si los otros vendedores la ven, irán a buscar su espacio.
Otro aspecto que hay resaltar es que las escaleras están llenas de basura, pero ésta no llegó sola, los propios usuarios la tiran por doquier. Ojalá que aprendamos a cuidar lo que tanto anhelamos.
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