Quieren olvidar la pesadilla. El Real Madrid empezó a saldar su deuda de la pasada temporada, cuando en una final para olvidar perdió todos los títulos y el acceso directo a la Liga de Campeones, que certificó goleando al Wisla de Cracovia 3 a 1, en un partido que se convirtió en la "fiesta de Zidane", que mostró todo su repertorio con Ronaldo como invitado especial.
Era el día del estreno. Obligado a cambiar el Trofeo Bernabéu por un partido vital, el Real Madrid se presentaba ante una afición que no falló, con una única cara nueva en el once titular, el argentino Walter Samuel.
Junto a él se estrenaba desde el banquillo José Antonio Camacho, alejado de todo tipo de romanticismo, pero con la emoción de regresar a su casa. Como Morientes, héroe del partido de ida con dos goles que sentenciaban la eliminatoria, que recibió un caluroso recibimiento con ovación de bienvenida cuando saltó a calentar y aplausos del público en pie cuando sustituyó a Ronaldo.
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