Un amistoso que toma matices diferentes. Alemania y Brasil juegan hoy en Berlín un amistoso que tiene el atractivo de ser todo un clásico del fútbol mundial y que, además, será la repetición de la final del Mundial-2002 en que se impusieron los sudamericanos (2-0), aunque ambos equipos eluden la palabra revancha.
El partido servirá, sobre todo, como primer test serio para el nuevo técnico germano, Jurgen Klinsmann, después de su bautizo en Viena, el pasado 18 de agosto, donde su equipo ganó por 3-1 a Austria con tres goles de Kevin Kuranyi, quien nació curiosamente hace 22 años en Rio de Janeiro.
"Hablar de revacha es absurdo", afirma el guardameta alemán Oliver Kahn. "No se puede comparar una final de un Mundial con un amistoso".
Esta consideración es apoyada por el técnico de la selección brasileña, Carlos Alberto Parreira. "Es un clásico, pero no tiene nada que ver con una revancha, primero porque se trata de un amistoso y segundo porque no existe la presión de una final".
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