La profesión más vieja del mundo está en todos los niveles sociales.
POR DINERO
Tal es el caso de una joven, de 24 años, quien sin revelar su nombre expresó a DIAaDIA cómo se adentró hace cuatro años al mundo de la prostitución por necesidad económica, bajo la modalidad de estudiante universitaria extranjera. Ella llegó a Panamá junto a una amiga a probar suerte de trabajo y montaron un negocio, pero les fue mal. La situación se puso difícil y necesitaba pagar sus gastos, pues estudia Mercadeo y Publicidad.
Cuando la universitaria salía a la calle y a las discotecas siempre captaba las miradas de los hombres, quienes le hacían insinuaciones. "Me miraban para coquetearme porque pensaban que yo era una prostituta, y disfrutaba de sentirme hermosa, pero no les hacía caso", dijo la dama entrevistada.
Un día, esta estudiante extranjera estaba corta de dinero, por lo que dijo que se armó de valor y se fue con un tipo, que describió como muy lindo, que la trató bien y que la ayudó económicamente. "Salí algún tiempo con él y luego conocí a sus amigos. Ellos me llamaban y me prometían más cosas y así fue como quedé siendo una prostituta a cambio de dinero fácil. Pero no siempre es sexo porque a veces sólo salgo con mis clientes a comer y a pasear. He tenido la suerte que físicamente son de mi gusto", expresó la joven.
EN DISTINTOS EVENTOS
Su trabajo no sólo es en la noche, también va a fiestas y otros eventos sociales en los que consigue sus clientes, quienes se pasan los contactos de las chicas. Ella nunca se ha parado en una calle ni en la barra de una discoteca para ver qué cliente cae. "Salgo a las discotecas con dos amigas, compramos nuestras cosas y normalmente siempre se acerca un galán quien termina comprando los servicios", manifestó.
Sus clientes son empresarios que no pasan de 60 años. Preferiblemente hombres maduros, que se creen jóvenes y les gusta la parranda, la playa, viajar, brincar de un lado a otro.
La entrevistada enfatizó que detesta atender clientes que le vengan a contar sus problemas, ya que reveló que un gran porcentaje de ellos siempre quiere contar lo que le pasa en su casa, pero eso para ella no es de su interés. "Si estamos juntos es para pasarla bien los dos y sus problemas que los arregle en su casa con su mujer", manifestó la muchacha.
Esta chica se mueve en un ambiente en el que hasta sus amigas, que son universitarias, se dedican a la prostitución, pero a la vez tienen que matricularse para justificar su estadía en el país. Entran con visas de estudiantes.
NO LO DESCARTA
Cuando obtenga su diploma, no piensa dejar de prostituirse, pues aseguró que ese papel que la hace una licenciada no le va a pagar el carro, el apartamento, la ropa, entre otros gastos.
Mensualmente ella paga B/267.00 en la universidad particular donde estudia y para costear este gasto se acuesta hasta con tres hombres en una noche. Esta doble vida no afecta sus estudios, siempre trata de organizar su tiempo.
Al ser cuestionada sobre si no sentía temor a que fuera descubierta por uno de sus profesores, el cual pidiera sus servicios, ella dijo que no, ya que "ellos no me dan de comer". Además que quien la conoce tiene que quererla con sus virtudes y defectos. En un año tiene planeado graduarse y recalcó que vino a trabajar, ahora lo hace y también estudia. Ella porta su permiso de estudiante que debe renovar cada tres meses.
Confesó que existen muchas estudiantes universitarias que se dedican a la prostitución y una vez en el campo de trabajo se hacen amigas.
Al observar sus lujos, se comprobó que el negocio es rentable, pues ella paga sus gastos y le alcanza para enviarle a su familia B/1000.00 al mes.
Aunque los ingresos que adquiere de la prostitución son bien remunerados, ella es consciente de que algún día tiene que conseguir un trabajo que le ayude a pagar sus gastos, pues no siempre tendrá un cuerpo atractivo a los hombres.
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