El suicidio de Nieves, una niña que hace un año llegó a Lima desde Ayacucho (sudeste) en busca de mejores oportunidades, alarmó a la Policía y a los especialistas en depresión de Perú, considerando que sólo en el 2004 van 35 niños que acaban con su vida.
Nieves tenía 11 años y, según sus amigos, siempre estaba triste, como soñando. Sus tíos la castigaban mucho.
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