Es una realidad. Cierto día, un panameño corriente se detuvo a observar lo que hacen las adolescentes. En sus apuntes pudo describir que hay jovencitas que se dejan llevar por los ojos bonitos, un rostro de artista o por lo que tienen un cuerpo atlético. Ni hablar de los que tienen un escultural cuerpo de campeón. Hasta los Dj entran en la jugada. La libreta de anotaciones fue invadida por otras percepciones, entre ellas, que hay "caballeros" que no pierden el tiempo cuando ven que el pastelito se derrite por ellos, pues se aprovechan.
La semanas pasaban y el estudio continuaba por escuelas, paradas y hasta en los centros comerciales. Escuchó que cuando se trata de cantantes de reggae, de típico, tienen sus presas. Lo más triste para ese panameño fue escuchar entre muchachos la siguiente expresión: "Quieres pasar un buen rato con una guial, llama a tal teléfono y habla con fulanita".
El informe del panameño debía presentarse y las conclusiones fueron las siguientes: "Dios hizo a la mujer para amarla y quererla, para respetarla y ser compañera. Dios no hizo una piñata para darle golpe ni una muñeca para que todos la manoseen. Respétate". No conforme con su evaluación, el panameño sustentó su investigación con los siguientes versículos bíblicos. En fin, precisó que una mujer sumisa tiene belleza interior. Este es el adorno, no de peinados ostentosos ni de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino que es el atavío "interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.
