La casa se les viene encima. En una humilde morada de la comunidad de Lucha Franco, en Alcalde Díaz, viven los esposos Pascasio. Ellos son indígenas de la comarca Ngöbe Buglé y hace 11 años emigraron a la capital en busca de una vida mejor.
Tomás y Chela Clara forman una pareja trabajadora, y por las dificultades de la vida viven separados de sus cuatro hijos: Marcos, Ángel, Luis y Yaribel.
Los niños están a cargo de una sobrina de Tomás en Sitio Prado, distrito de Tolé, Chiriquí. Sin embargo, cada mes ellos les envían el dinero para su manutención, pues Tomás trabaja en el depósito de un almacén, ganando salario mínimo.
Él cuenta que todas las quincenas lo primero que hace es sacar 45 dólares para mandarle a sus hijos, el resto del dinero es para comprar la comida y pagar su pasaje. "A veces me quedo limpio y los compañeros me prestan uno o dos dolitas para el pasaje", dijo.
La morada de los Pascasio está hecha de zinc y tiene piso de tierra. Dentro de ella no hay cabida para los lujos, pero unas flores sobre una mesa le dan un toque femenino.
Dos pedazos de polifón les sirven de camas; el calor dentro de la morada es insoportable. Tienen una estufa, pero como no hay para el gas, recurren al fogón. Tampoco tienen luz eléctrica, pues afirma Tomás que "mejor me alumbro con vela y linterna antes que deber".
COOPERACION
Los Pascasio esperan que el Ministerio de Vivienda les dé una ayuda. Al menos el terreno que ocupan está legalizado.
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