¡Aunque usted no lo crea, viven en la capital! La familia Chirú emigró de su natal Capira hace 12 años en busca de un sueño: una mejor calidad de vida para sus hijos; lamentablemente, lo que encontraron fue la misma pobreza que dejaron atrás.
Una casa hecha con retazos de viejos tablones, pedazos de zinc, una cama de tabla, una vieja estufa donde cocinan los pocos alimentos que consiguen, dos viejos y malolientes colchones, un frío y húmedo piso de tierra, es el tesoro más preciado de estos humildes panameños y donde comparten a diario el calvario de una vida tormentosa, llena de necesidades, en compañía de su inseparable amiga: el hambre.
Digna Chirú, su esposo José Mendoza y sus siete niños: Belkis, de 13 años; Digna, de 10; José Mendoza, de 9; José Luis, de 8; Fernando, de 5; Marlenes, de 3, y Eneidin, de un año de edad, sueñan con un mañana diferente al que hoy viven.
De estos niños, sólo cuatro asisten a la escuela, ya que sus padres no tienen un trabajo estable y viven de los "camarones" que logra conseguir José. Digna es sorda desde los 6 años, debido a un golpe que se dio en la cabeza y sólo desea que le brinden un poco de ayuda para comprar colchones para sus hijos, porque cuando llueve todo se le moja dentro de la casa y a los niños no les queda otra que dormir en los colchones mojados.
Digna sólo pide comida, ropa y unos colchones nuevos; además de un trabajo estable para su esposo y así poder darles un mejor futuro a sus hijos, diferente a lo que les ha tocado vivir.
DESNUTRICION
A los niños se les nota el vientre algo hinchado y flácido, debido a la falta de una alimentación adecuada.
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