Tiene más de 15 años en la venta de golosinas criollas. Efraín Martínez tiene 34 años, viaja desde Penonomé y se ubica en la entrada de La Peatonal para poder vender la mercancía que casi todos los días trae de su tierra.
Vive con sus padres y los mantiene con el negocio. Antes su papá era quien administraba el puesto de venta, pero ahora, como está inválido, sólo espera a su hijo en casa.
Dijo que se traslada desde Penonomé a la ciudad capital en horas de la tarde, cuando empieza su faena, para luego regresar a casa y atender a su familia que lo espera.
Las golosinas como raspadura, suspiro, pepita de marañón y jalea son productos hechos en el interior del país, son muy gustados por los panameños, indicó.
Pero también ha introducido a la venta las famosas bateas, utilizadas para limpiar el arroz, y los estropajos.
En las ventas le ha ido bien, la clientela es variada, desde niños, jóvenes y adultos se acercan a deleitarse de sus golosinas.
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