La semana pasada volví a escuchar que estudiantes se cortan en los brazos como un extraño ritual de autodestrucción.
Lo he advertido antes: hay grupos en los colegios que reclutan niños y adolescentes para prácticas satánicas, para rituales peligrosos que los pueden llevar hasta la muerte.
He sabido de varios casos, sin embargo, cuando se hacen las consultas, tal parece que todo el mundo desea minimizar el efecto que esto produce en nuestros jóvenes y niños.
No solo se trata de "emos", esos chicos rebeldes y con tendencia a la depresión. Me he enterado de casos en que ni psiquiatras ni sacerdotes han logrado resultados positivos en estudiantes que han jugado, incluso, con la idea del suicidio.
No quiero ser alarmista, pero tampoco quiero pasar por "poco importa". Nuestros chicos están sometidos a mucha presión de grupo, a estrés, a situaciones familiares difíciles, al desamor, a la falta de atención en el hogar, porque los padres nos preocupamos más por darles todo lo material, que en brindarles calidad y cantidad de tiempo.
Ahí es donde está el peligro. Un niño o un adolescente desatendido, es caldo de cultivo para aquellos que desarrollan prácticas insanas y que necesitan adeptos para extender sus dominios.
Supe de una joven que escribía que odiaba a sus padres, que había "decidido" quitarse la vida para castigarlos. Afortunadamente se dieron cuenta a tiempo y aún recibe atención médica. Pero, ojo, ella era parte de un grupo cuyas ideas eran más o menos parecidas. ¿Sabrán los otros padres en lo que andan sus hijos?
A mí solo me queda hacer un llamado para alertar a todos los que tenemos hijos en edad escolar. Mantengamos los ojos abiertos, estemos pendientes de quiénes son sus amigos, de sus estados de ánimo y del internet. Esta última es una buena herramienta si se usa bien, pero también puede ser el mayor peligro al que se exponen nuestros hijos.
¡Ojo al ojo, señores padres de familia!
|