Señores, lo que les voy a contar no es cuento. Aunque vemos a Blanca Herrera de lo más humanitaria, amable y encantadora en televisión, en la vida real no es más que una maleducada, que con tal de sentirse una estrella arrastra una estela de diva que no se la quita nadie.

Les digo lo que me pasó. Muy cordialmente me le acerqué, ya que como ella había llegado tarde al Festival de la Pollera, era la única a la que no habíamos captado en fotos. Muy bella, bien maquillada, nos acercamos, pero para nuestra sorpresa, con voz altanera, nos preguntó que para qué diario eran las fotos. Le contesté que para DIAaDIA y allí le cambió el rostro, peló los ojos y me gritó: "Para DIAaDIA, no, para que Luis Trujillo me reviente mañana porque no tengo los zapatos... (Aún no le habían puesto los zapatos) no hay trato, no hay trato... no deal", repetía, mientras me lanzaba una mirada asesina frente todos los presentes. Asustado me alejé. A los pocos minutos, nos llamaron para informarnos que ya le podíamos tomar fotos.

Y eso que hasta hace poco se dejaba hasta abrazar de quienes ella llama pueblo.