Una zorra estaba siendo perseguida por unos cazadores, cuando llegó al sitio de un leñador y le suplicó que la escondiera. El hombre le aconsejó que ingresara a su cabaña. Casi de inmediato, llegaron los cazadores y le preguntaron al leñador si había visto a la zorra.
El leñador, con la voz les dijo que no, pero con su mano disimuladamente señalaba la cabaña donde se había escondido.
Los cazadores no comprendieron las señas de la mano y se confiaron únicamente en lo dicho con la palabra.
La zorra, al verlos marcharse, salió sin decir nada. Le reprochó el leñador por qué a pesar de haberla salvado, no le daba las gracias, a lo que la zorra respondió: "Te hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca hubieran dicho lo mismo".
Moraleja: No niegues con tus actos lo que pregonas con tus palabras.
Fábula de Esopo.
Cuánta gente hay a nuestro alrededor que pareciera destruir con los pies lo que tanto trabajo le cuesta edificar con sus manos. Eso se llama inconsistencia. De alguna manera, no han podido decidir qué camino tomar y pretenden, al igual que el hombre de doble ánimo del que nos habla la Biblia, ir en dos o más direcciones distintas.
Es evidente que necesitamos tomar decisiones y, entonces, ser consistentes en nuestras acciones y que éstas respalden la intención de nuestro corazón. Cuando eso no ocurre, podemos esperar momentos amargos. Tal vez hemos pasado por ese tipo de dilema.
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