Melanie (nombre ficticio), sufrió un fuerte resfrío, común entre los niños de cinco años, que como a ella les gusta jugar y divertirse. Entre los remedios que había en casa, se encontraban dos frascos de Expectorante sin Azúcar. Sin saber lo que realmente había dentro, la niña los tomó siguiendo recomendaciones médicas.
Al descubrirse el Síndrome de Insuficiencia Renal Aguda (SIRA), la familia temió lo peor. "Melanie" fue sometida a varios exámenes, y por suerte no tuvo mayores complicaciones. Paradójicamente, la pequeña es la nieta de Miguel Algandona, analista del Laboratorio de Producción de la Caja de Seguro Social y uno de los detenidos e investigados por el caso de las muertes del SIRA.
LOS PROTAGONISTAS
A Ignacio Torres, analista del Departamento de Control y Calidad del Laboratorio de Producción de la Caja de Seguro Social, le correspondía hacer los análisis a los productos medicamentosos. Para ello, se valía de los recursos que le suministraba el laboratorio, y seguía una serie de procedimientos ya establecidos, basándose en el libro de farmacopea, necesario para estos menesteres y que habían podido conseguir gracias a un canje que hizo el Lic. Edward Taylor, su compañero de trabajo, con uno de los doctores del hospital. La Caja de Seguro Social no había podido suministrárselo.
Tizca Torres, hija de Ignacio Torres, aseguró que durante los 30 años que su papá laboró dentro del laboratorio, de los cuales 10 operó en el Departamento de Control y Calidad, siempre siguió los lineamientos, y ante las deficiencias que presentaba el laboratorio, cooperaba en lo que podía. "En ese departamento ni siquiera contaban con un aseador, mi papá se ponía a barrer y trapear él mismo", contó Tizca. La joven también hace referencia a un sinnúmero de peticiones que se hicieron para el laboratorio. "La Lic. Thomas solicitaba a los ‘grandes’ equipos y recursos, pero nunca le respondían, luego se preguntan por qué las cosas salen mal", argumentó.
Torres era el principal sustento de su familia, y su detención ha sido un duro golpe para todos. Tizca aseguró que su padre es inocente y que las autoridades deberían investigar antes de culpar. Incluso, afirmó que en uno de los expedientes del caso consta que Ignacio Torres no hizo análisis a ningún producto del lote envenenado.
¿VICTIMAS Y VICTIMARIOS?
Otro de los presuntos involucrados es el analista Miguel Algandona, quien aún no ha podido hacer sus descargos a causa de una crisis relacionada con su problema de bipolaridad, que es un trastorno psicológico de depresión y desórdenes mentales, que sufre desde hace 17 años.
Ante los señalamientos que sugieren que la condición de Algandona se debe a su vinculación con el caso de las muertes por el SIRA, sus hijas Isabel y Julissa han salido a desmentir esto, explicando que su papá se encuentra recluido en el hospital desde el primero de noviembre, antes de que se le involucrara en el caso.
Para Julissa e Isabel, "las autoridades sólo tratan de buscar culpables y no a los verdaderos responsables de la seguridad social. Como siempre, quieren responsabilizar a los de menor jerarquía, a los perros flacos. Nuestro padre no tiene la culpa del estado paupérrimo en el que se encontraban los laboratorios de la CSS, ni de la falta de equipos necesarios para el análisis de la materia prima que se usa para la elaboración de medicamentos".
En este caso, incluso, una de las nietas de Algandona fue afectada, pues consumió dos frascos de Expectorante sin Azúcar del lote envenenado. "¿Cómo cree usted que si mi padre hubiera sabido que esos medicamentos estaban así, se los hubiera dado a su propia nieta?", preguntaron las jóvenes.
TRABAJABAN CON LAS UÑAS
Desde el primer indicio de que el responsable de la muerte de 45 panameños, podía ser un medicamento producido por la CSS, Linda Thomas, directora del Laboratorio de Producción de Medicamentos, cooperó con las autoridades de Salud. Incluso, ofreció entrevistas a algunos medios sobre el tema.
Días después, la noticia de su detención consternaba a toda la familia. Según contó la familia Thomas, aunque el cargo de Linda era meramente administrativo, como toda profesional estaba pendiente de las labores prácticas dentro del laboratorio.
La Lic. Thomas tenía 29 años de laborar para la institución, y 27 a nivel de jefatura. Su familia aseguró que lo más difícil para ella fue la lucha contra la absoluta burocracia. "Ella se encargaba de solicitar los elementos necesarios y la materia para trabajar; sin embargo, lo que corresponde a licitaciones son responsabilidad de otras instancias", explicó Marquelda de Thomas, cuñada de Linda. Igualmente, explicó que la recepción de los insumos, distribución y realización de pruebas correspondía a otros departamentos, que no estaban bajo su jurisdicción; aun así, como experta y administrativa, reconoce que las deficientes condiciones del laboratorio jamás habrían permitido dar con el mortal tóxico, que se estaba colando entre los medicamentos bajo el disfraz de "glicerina".
Para ello, era necesario contar con un cromatógrafo de gas y un espectómetro, equipos que no existen en el país, por lo que se tenía que confiar en la fidelidad de los procedimientos establecidos por el Seguro, para la elaboración de medicamentos.
Al momento de la producción del lote afectado, la Lic. Thomas se encontraba de vacaciones; sin embargo, confía en la fidelidad y profesionalismo de su equipo.
FALTABA EQUIPO, ESA ERA LA CLAVE
Las familias Torres, Algandona y Thomas, coincidieron en la falta de equipos especializados en el laboratorio, entre ellos se mencionó el cromatógrafo de gases, único con el que se podía determinar si realmente se trataba de glicerina o dietileneglicol, sustancia ésta que ha provocado, hasta ahora, 45 muertes.
APOYO
Vecinos, amigos, familiares y el gremio farmacéutico apoya a los laboratoristas, y repudian la forma como se dio la detención legal de los funcionarios del Laboratorio de Producción. Igualmente, solicitan la separación de la Dirección Nacional de Compras y Abastos, a fin de que disminuya la burocracia y se respeten los aspectos técnicos.
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