"Cuando la literatura aborda los grandes temas del hombre ayuda a modificar la conciencia, pero cuando renuncia a favor del mercado nos acerca a la barbarie."Jorge Edwards
Durante toda mi vida, he sido un hombre responsablemente irresponsable. Y de eso me siento muy orgulloso. Pero el destino tiene sus jugarretas. Y lo que yo no busqué, la novia me lo buscó. No tengo hijos, pero ella tiene una tropa de sobrinos. Y para calamidad de mi bolsillo, es la más cumplidora de las tías. Repito, la calamidad es para mi bolsillo.
No hay mes que escape de los cumpleaños. Cuando no son las piñatas de los más chicos, son las borracheras de los grandes. Las piñatas, créanme, son algo tenebroso. Uno ve a una nenita, que parece más de porcelana que de carne y hueso, tomar un palo de escoba y la niña se transforma, de inmediato, en un policía de control de multitudes. Si la piñata pudiera, qué gritos daría.
Pero si las piñatadas asustan, las borracheras asquean. Los sobrinos de mi queridísima novia tienen padres irresponsables que les permiten beber licor ¿y adivinen quién es el que sufre? Hacen cada mezcla: ron, seco, vodka, ginebra, cerveza y, por supuesto, vómito. De la última fiesta me quedó el más desagradable de los recuerdos. Llevábamos a su casa a una quinceañera, más ebria que el mismo dios Baco, que se sentó detrás de mí. ¿Tengo que seguir? Sólo les cuento, que los calamares de la paella que se repartió en el festejo quedaron enredados en el cuello de mi camisa.
¿Qué le pasa a la familia de mi novia? ¿Cómo se les ocurre hacer lo necesario para sembrar la violencia en el corazón de una niña que parece de porcelana? ¿Qué culpa tienen las chicas superpoderosas para que las aporreen de esa forma? ¿No tienen otra forma más eficiente de abonar sus jardines que permitir a sus hijos adolescentes se peguen cada borrachera? ¡Aún mi carro huele a moluscos! Capaz que dentro de unos años se van a preguntar: ¿en qué fue que fallamos?
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