La cantautora panameña es el vivo ejemplo de que ser mamá no es sólo traer al mundo a una criatura, sino sacrificar la vida por ella. Tal vez muchos de nosotros de pequeños no entendemos ese sentimiento, pero cuando somos padres todo cambia.

Considera la artista que tener hijos es una felicidad "que no merecemos porque uno no merece tanto amor y Dios es tan bueno que nos da la oportunidad, de alguna manera, de entender la gracia del padre". Cuando habla con tanto sentimiento, sus ojos saltones se iluminan y entendemos que en verdad "es una cosa mágica". Tan grande es el amor a su familia que su carrera como solista ha pasado a segundo plano.

UNA MATERNIDAD DURA
A juzgar por lo que vimos en su hogar, nos percatamos que el amor es un pilar. Tanto Irma como su esposo, Enrique Correa, son personas increíbles y junto a sus dos hijos, Andreína y Juan Diego, forman un cuarteto espectacular.

Eso sí, no siempre hubo alegrías. Cuando Irma quedó embarazada por primera vez padeció "preclance" y "síndrome de gel" al quinto mes. Estaba para morirse, Juan Diego nació con todas las complicaciones y a los seis meses, estuvo tres meses en incubadora, tenía complicaciones respiratorias y hernias. Hoy es un futbolista, campeón de su escuela. "Estaba para morirme y el doctor dice que tenía un pie en el cielo y otro en la tierra, por ello digo que esto para mí es una verdadera bendición".

DEMASIADO MIMO
A todos nos gusta que "mami" sea amorosa, pero cuando se da mucho amor, los niños tienden a rechazarlo. Con Juan Diego Irma está empezando a descubrir que los niños también necesitan independencia y que a veces el amor hacia ellos no debe ser apasionado. El pequeño hombrecito ya dice que "soy una mamá preocupona porque siempre estoy al pendiente de ellos, que no se mojen ni se resfríen y eso a él no le gusta".

Toda esa bravura termina cuando se va a dormir porque todavía necesita a una mamá para que lo abrigue y le dé el besito de las buenas noches.

Irma cree que hay que darles espacio a los niños, aunque prefiere estar todo el día besándolos y abrazándolos, cosa que la pequeña Andreína sí disfruta, ya que para ella su "mami" es una ídola y quiere ser como ella.

"Es el sol de mi hogar, siempre está feliz y todos se enamoran de ella".

En este cuento, la opinión del esposo no podía faltar. Enrique la define como: "es un sol, alegre, excelente madre y bella". ¡Ganando puntos!

En esta fecha celebrará junto a su madre, abuela y suegra, la familia es muy unida.

Al final dice que su familia está por encima de todo porque no tiene que demostrarle a nadie que es rica o famosa, sólo quiere vivir en paz.