Ángela Salazar es una de las fundadoras y cuenta que ellos se iniciaron con unos “kiosquitos” a orillas, de la calle y desde entonces, el famoso “Mercadito” ha sido su lugar de trabajo, en donde se ganan el pan de cada día.

Este pintoresco lugar ofrece a las personas que a diario realizan sus compras, un toque “campechano”, en donde el aroma de las flores se confunden con el olor de las legumbres de nuestra campiña interiorana.

No es lujoso, pero sí es un sitio agradable donde realizar sus compras, que puede convertirse en una experiencia única y hasta divertida.

Lejos de la comodidad de los grandes y lujosos supermercados, aquí hay otro ambiente, bullicio, ofertas y gente buena que le da vida.