No recuerda casi nada. En el sector de La Marina en calle Novena, Pueblo Nuevo, vive, entre perros sarnosos, cartones y un muladar de cosas viejas, Bernardina Aguilar, quien no sabe leer, escribir y mucho menos cuántos años tiene.
La historia de Bernardina empieza hace muchos años, tantos, que ya no los recuerda, aunque se cree que hace unos 30. Sólo sabe que estaba jovencita y su madre la mandó a trabajar a la ciudad en casa de familia.
Así partió de Aguadulce, dejando atrás a sus tres pequeños: Venancio, Santiago y Feliciano, con la promesa de su madre de cuidarlos como si fuera ella misma, mientras ella regresaba por ellos. Pero no pudo regresar, y al morir su madre los niños fueron entregados al padre de ellos.
Cuenta Bernardina que cuando pudo regresar, ya sus hijos no estaban en el lugar y desde aquel día, jamás ha vuelto a saber de ellos.
Esta mujer, a quien la vida no ha tratado bien, sobrevive barriendo y fregando platos en casa de los vecinos del lugar. Ni siquiera tiene una estufa, porque cocina en un fogón hecho de tres piedras, en una zanja que pasa cerca del lugar. Para rematar, Bernardina tiene una pareja que la maltrata y que la engaña con una mujer del mal vivir. Según Milena Arrocha, amiga de Bernardina, desde hace muchos años, juntos le quitan todo lo que gana o le regalan.
"¡Sólo deseo ver a mis hijos!", era lo que repetía una y otra vez Bernardina, quien miraba a lo lejos, sumergida en su propia pena.
NO APARECE
Milena, amiga de Bernardina, investigó y aseguró que la señora no aparece en los registros del Tribunal Electoral.
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