No he tenido el privilegio de llevar a una criatura en mi vientre, pero el escuchar a dos compañeras colegas me contagiaron esa felicidad.
Mis compañeras tenían tiempo que no se veían, ni tampoco sabían que una y la otra habían dado a luz. Mientras esperábamos que comenzara una asignación, las madres primerizas se contaron una a la otra su experiencia.
Que si ya dice papá, que si ya le salió el diente, y la carcajada de todos al escuchar las travesuras de cada uno de sus primogénitos.
Al percatarme de que yo también me estaba riendo, me asombré por el hecho de que no tengo hijos, y me di cuenta entonces de que existe una madre naturaleza. Todas las mujeres, tengamos hijos o no, tenemos esa esencia y a todas nos brillan las pupilas al hablar de hijos.
Unas contando lo vivido y otras que soñamos y hasta nos imaginamos cómo sería. Con esto no quiero decir que esté en mis planes a corto plazo, pero sí estoy segura de que esa alegría y ese "cambio de vida" del que hablan mis compañeras algún día lo tendré. Es una envidia de la buena, como dicen por ahí, y el escucharlas me hizo entender que es el mejor regalo del mundo... Creo que por eso mi mamá todos los días me dice "mi pedacito"... Saludos a las privilegiadas... y conociéndome, ¡uff! cuando tenga un hijo, creo que me la pasaré hablando todo el día de él.
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