¿Acaso De Las Casas, Bolívar, Lincoln, Luther King y Mandela redujeron el racismo a una ideología primitiva y olvidada? La respuesta debe ser afirmativa. Los estudios del genoma humano no indican para nada que el color de la piel puede determinar el papel social que se ha de interpretar en la vida. Por eso, a veces, pienso que el racismo es algo irracional. El resto del tiempo sé que es algo racional.
El racismo, cuidado, es el producto mejor vendido de nuestros días y eso sólo se puede hacer después de mucho razonamiento. Las ventas de cualquier producto que promete el éxito están vinculadas a una fisonomía específica. Sólo basta con ver la televisión. La belleza difundida es la occidental, la de los rubios y de ojos azules. Ocasionalmente presentan otras tonalidades, pero como cosa exótica, como si los afroamericanos y amerindios acabasen de llegar de otro planeta.
Las chatas narices, los labios gruesos y los pómulos pronunciados, ¿son apreciados en su hermosura o sólo tolerados con resignación por la ausencia de recursos para el pago del cirujano plástico? ¿Cuáles son las probabilidades de que una chola de cuerpo cuadrado sea empleada como recepcionista? ¿Acaso votaríamos para presidente por un "bembón"?
Pero el desprecio no está escrito en piedra. Los estrictos parámetros estéticos del ballet clásico del siglo XIX afirmaban que el eje del cuerpo de las bailarinas era una suave línea recta que iba desde el cuello hasta el final de su espalda. Ello dejó de ser así con el nacimiento y desarrollo de la escuela de ballet cubana y la irrupción de enormes nalgas africanas. ¿Podemos concluir algo? Sí. Hay que regular el comercio racista de los medios. Pero también hay que construir cultura y no tener vergüenza de afirmar que las ñatas y las bembas también son bellas.
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