En diciembre pasado para aprovechar las fiestas de fin de año fui a la tienda de video con mis hijos. De allí salí con varias películas, incluidas las series de Heidi en dibujos animados.
Luego se instaló mi hija a ver los capítulos y arrastró a mí para que la acompañara (lo cual hice y seguiré haciendo con el mayor de los gustos). Y luego de varias horas de comiquitas, nos dimos cuenta de que nos faltaban capítulos por ver. La historia no había concluido.
Regresé a la tienda a buscar la parte final y no la pude conseguir. Sin embargo, me fijé en una película de Heidi, protagonizada por Shirley Temple y la tomé.
Heidi y su abuelo (versión fílmica 1937).
Fue una delicia ver esa película de principio a fin. Y creo que una de las cosas que más me llamó la atención era el ver cómo el personaje de Heidi siempre sonreía, y siempre veía a la vida con optimismo y alegría. Desde el primer momento en que se encontró con su abuelo, no desmayó ni se acobardó ante las insinuaciones de lo amargado y malo que era el "Viejo de los Alpes". Ella no desmayó ante la falta de silla en donde comer o de cama en donde dormir, ni siquiera ante la falta de cobija. Siempre lograba salir hacia adelante.
Seamos como Heidi. Veamos el mundo como ella. Con optimismo y amor. Sin juzgar a las personas sin conocerlas. No amilanarse ante las adversidades. Y encontrar soluciones a los problemas que se nos presentan.
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