Un negocio nada dulce. Bajo un ardiente sol en la comunidad de La Raya de Calobre, Veraguas, ubicada a una hora de Santiago, Pascual Valdivieso, de 67 años, se gana la vida cortando caña.
Este humilde campesino, desde que tenía 13 años, supo lo que era tomar un machete para ganarse unos reales cada vez que llegaba la temporada de la zafra azucarera.
Pascual y su cuadrilla, conformada por cinco peones, cortan unas 70 toneladas de caña, que le dejan una ganancia de B/80.00 por semana aproximadamente.
Otro que ha sabido ganarse la vida con las cañas es Cándido Valdivieso, de 68 años, quien lleva más de 20 años en lo que parece un dulce negocio. Su aventura empezó como cortador de caña. En esa época le pagaban B/1.00 por tonelada cortada.
Luego se convirtió en colono (dueño de cañaverales) del Ingenio Santa Rosa. Sin embargo, el negocio dejó de ser rentable.
Y es que para producir una hectárea de caña, tiene que comprar abonos, venenos, semillas entre otros insumos que ascienden a más de B/1,000.00.
Además, el flete para transportar las cañas al ingenio le cuesta B/4.00 por tonelada, por eso las ganancias que deja la zafra de caña son pocas y solo les alcanza para sobrevivir.
Este año la producción de caña de Cándido y su hijo fue de 1,200 toneladas, que fueron compradas por el Ingenio La Victoria a B/22.00 la tonelada. A pesar de que en La Raya de Calobre se producen unas siete mil toneladas de caña en cada zafra, sus moradores sienten que la comunidad no progresa.
Un claro ejemplo son sus carreteras que, en pleno siglo XXI, son de piedra y polvo. Es por esto que piden a las autoridades que pongan la mirada a un pueblo que, además de las cañas, produce arroz, sandía, melón, entre otros productos.
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