La mayoría de las personas bebemos cuando tenemos la boca seca, comemos fruta en verano y nos untamos el cuerpo con cremas y aceites cuando observamos que nuestra piel presenta un aspecto escamoso.
Lo que no sabemos es que todos estos signos son el último indicador de una necesidad extrema. Sin agua no existe la vida. Esta simple máxima bastaría para obligarnos a tomar en serio el beber agua. Y si, además, comprobamos que muchas enfermedades podrían evitarse de esta manera, cuidaríamos con mayor mimo el planeta en que vivimos, ya que el 70 por ciento de la Tierra contiene este poderoso elemento y, puesto que es la fuente de nuestra existencia, no convendría contaminarla.
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