Nadie contradecía al emperador de todas las Rusias, así que la guardia llevó al sastre a las mazmorras. Al atardecer, cuando un policía le llevó al sastre la última cena, éste meneó la cabeza y musitó: "Pobre Zar".

El guardia no pudo evitar la carcajada: "Pobre del zar. Pobre de ti".

- ¿No entiendes? - dijo el sastre - ¿Qué es lo más importante para nuestro zar?

- ¿Lo más importante? - contestó el guardia - Su oso. - ¿Y?. - Mañana, cuando el verdugo termine conmigo, el zar perderá la oportunidad de conseguir que su oso hable. Deseoso de ganarse los favores del zar, el pobre guardia le contó al soberano su descubrimiento: ¡El sastre sabía enseñarle a hablar a los osos!

El zar estaba encantado. Mandó a buscarlo y le ordenó que le enseñara a su oso nuestro lenguaje. El sastre bajó la cabeza y dijo que le gustaría, pero era una tarea ardua y llevaría tiempo... El zar le dio dos años para hacerlo. Y le dijo que su familia sería vestida, alimentada y educada con el dinero del zar. Pero si no cumplía se arrepentiría.

La esposa del sastre estaba asombrada.

-¿Estás loco? - dijo - ¿enseñar a hablar al oso del zar? Tú, que ni siquiera has visto un oso de cerca. - Calma mujer, me iban a cortar la cabeza mañana al amanecer. En dos años, pueden pasar tantas cosas.

En dos años... - siguió el sastre - se puede morir el zar... me puedo morir yo... y lo más importante... ¡por ahí el oso habla!