"Me niego al juego, a riesgo de volverme humano y atropellable." Fabricio Estrada
En el desierto es muy natural ver espejismos; el fenómeno consiste en confundir con agua un efecto óptico llamado refracción de la luz. Algo parecido ocurre en las sociedades repletas de carencias: Se tiene sed de algo en particular, generalmente relacionado con la psique, pero se termina buscándolo en donde nunca se va a encontrar.
Sólo así podemos explicar, cómo un individuo pretende resolver sus crisis emocionales con una tarjeta de crédito, con una botella de licor, con un gramo de cocaína, con una relación co-dependiente o con una grave adicción al trabajo. La lista de ejemplos de esta índole puede ser bastante larga. Más cuando son situaciones provocadas y encausadas por acuciosas campañas publicitarias.
¿Qué indica esto? No hay respuesta posible. Claro que las hay.
Por lo menos han aparecido las nuevas religiones, las cuales, a veces, no incluyen a ningún dios en su concepto tradicional.
Con la venta de productos adelgazantes o la inscripción en grupos de estudios oscurantistas o de la vida extra terrestre, por alguna mágica razón, se alcanza niveles altos de paz y serenidad, lo cual no significa que tal rito no sea un espejismo. Ni coca ni ritos.
Entonces, ¿hacia dónde debemos encaminarnos? A la misma dirección de siempre: "Conócete a ti mismo", "Espiritualidad es ser uno mismo". Sócrates y Anthony De Mello, respectivamente, etcétera, etcétera, etcétera.
A esta altura del partido, estoy totalmente convencido de que la gracia de este juego llamado vida radica en encontrarse un enorme espejo, observarse detenidamente y, finalmente, aceptar lo que se ve. Me parece que así se podrá comenzar a navegar en ese inmenso mar que somos.
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