John Blanchard entró a una biblioteca en Florida, tomó un libro de un estante y se sintió intrigado. En la primera página del libro, descubrió el nombre de la antigua propietaria del libro, Miss Hollis Maynell. Invirtiendo tiempo y esfuerzo, consiguió su dirección en Nueva York. Le escribió una carta invitándola a escribirse.
John se fue a servir en la Segunda Guerra Mundial. Ambos se siguieron escribiendo. Blanchard le pidió una fotografía, pero ella se rehusó, pues su apariencia no debía importar. Un buen día fijaron su primera cita. Ella indicó que llevaría una rosa roja puesta en la solapa y él tendría en su manos el libro.
De pronto, una joven hermosa de un traje verde se dirigía a John y se alegró, pero más adelante vio la descripción acordada. Era una mujer de más de 40 años, gordita, con canas y un sombrero gastado. La otra chica se alejaba y quedó confundido.
Jonh pensó que esto ya no sería amor, sino un sincera amistad. Se acercó, la saludó y le mostró el libro, pero le ahogaba la amargura de su desencanto. Soy John Blanchard, y usted debe ser Hollis. Ella respondió: "No sé de qué se trata todo esto, muchacho, respondió, pero la señorita del traje verde que acaba de pasar me suplicó que pusiera esta rosa en la solapa de mi abrigo. Y me pidió que, si usted me invitaba a cenar, por favor le dijera que ella lo espera en el restaurante que está cruzando la calle. Dijo que era algo así como una prueba".
Reflexión: Es admirable la sabiduría de Miss Maynell. Simplemente no nos dejemos guiar únicamente por las apariencias.
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