La cruz de las necesidades que cargan a cuestas es muy pesada. Un buen samaritano que le tienda la mano sería un rayo de luz para esta familia.
Anselmo Peralta sólo tenía en su bolsillo B/.1.60. para comprar la cena de ayer. Él se dedica a limpiar lotes, pero es un trabajo ocasional. Ayer no hubo quién lo llamara a laborar, por lo que el fogón estaba frío desde que calentaron el café en la mañana. Y aunque Anselmo tiene todas las ganas de trabajar, reconoce que tiene problemas en la vejiga o en la próstata. No lo sabe con exactitud, pues hace dos años visitó un consultorio en el Hospital Santo Tomás, pero cuando le dijeron que el examen que tenía que hacerse costaba B/.20.00., no le quedó más que volver a casa. Nunca más ha visto a un doctor.
Esta familia, residente en sector de Bella Esperanza, corregimiento de Guadalupe en La Chorrera, vive desde hace 20 años en una casa improvisada de madera carcomida y zinc.
Genoveva, la cónyuge de Anselmo, está enferma de los nervios. Junto a ellos vive un hijastro que tiene 18 años y que presenta problemas psicológicos. El medicamento para ambos a veces no está.
Ana Cristina es la hija de Genoveva y Anselmo y está en kinder. Debido a la condición de salud de su madre pasa durante el día con ellos, pero duerme en casa de su madrina, pues así lo determinaron las autoridades.
Esta humilde familia se alumbra de noche con una lámpara, pues no hay electricidad y comparten una letrina con uno de sus vecinos.
SOLIDARIDAD
Su vecina Bexi Aguirre escribió a DIAaDIA para clamar a la buena voluntad de quienes puedan ayudar a los Peralta.
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