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  IMPACTO
Un día en la vida de un taxista
Una de las pasajeras estuvo conforme con la tarifa solicitada por el chofer.

Abdiel Aguilar | DIAaDIA

Desde muy temprano y antes de que cante el gallo, Henry Pineda, de 31 años, palanca de un taxi Yaris celeste, con matrícula 8T-5724, recorre a diario las congestionadas calles de la ciudad capital para ganarse el sustento diario y así mantener a su esposa y a su pequeño hijo de un año y cuatro meses.

Oriundo de la provincia de Chiriquí, emigró a la capital en busca de días mejores. Cuenta que tiene más de 3 años de estar laborando como palanca de taxi, pero que antes de ejercer esta actividad, laboraba como ayudante durante la construcción del Corredor Sur. "La construcción siempre me ha gustado, porque pagan bien y quisiera seguirlo haciendo, pero las circunstancias no me lo permiten", dijo.

LA PARTIDA
A las 5 de la mañana en punto comienza su faena: ir en busca de pasajeros. DIAaDIA fue testigo de la ardua labor que realiza a diario para ganarse el pan de cada día. Su primer cliente fue un hombre que recogió en la barriada San José, detrás del Xtra de San Miguelito, luego de haber hecho seña de querer abordar el taxi. Henry detuvo el auto, el pasajero subió y pidió que lo llevaran al parque industrial de Costa del Este. Después de varios minutos de carrera y llevarlo hacia su destino, el pasajero pidió su parada. "¿Cuánto es?", preguntó. "Son 2.25", respondió el taxista. El cliente se bajó con buen humor, como satisfecho por el precio que se le cobró.

Entre las 5:00 y las 6:00 de la mañana, hizo cuatro carreras ganándose B.5.75, las carreras eran cortas. Sin embargo, no sabe por qué se cobra más caro en los corregimientos de San Miguelito que en la capital, donde las distancias son más largas y el pasaje es más barato, "pero me convienen las carreras cortas".

Luego de recorrer las calles por casi media hora, las 6:30 a.m marcaba una emisora de noticias. En ese instante, cerca del súper 99 de San Miguelito, otro cliente subió. Éste era el quinto pasajero y pidió que lo llevaran a la escuela San Agustín, cerca del área. Se le cobró B.1.75; no obstante, la carrera costaba B.2.00, pero el pasajero antes de subirse había pedido 25 centésimos de rebaja, que no se le negó. Con este viaje, Henry sumaba B.7.50.

GASTOS
El recorrido continuaba a media velocidad y escuchando salsa tropical en la radio, con volumen moderado. Henry buscaba una estación de gasolina y pidió 2.1 galones de 95 octanos, el costo fue de B.5.69.

Aprovechó esta ocasión para ir al baño, que hasta caer la tarde fue el único momento que le dedicó al sanitario, puesto que el agua que ingiere en medio de sus labores es casi nula.

Luego de efectuar varios recorridos por San Miguelito, llegó la hora del desayuno. Un hot dog y una chicha de tutti frutti pidió a una joven que vendía en un carro por la calle. B.1.25 le costó. "Después de todos esos gastos no me queda mucho dinero", dijo. Pero, a veces, recoge de B.50.00 a B.70.00 para tiempo de quincena. De esto hay que restar B.20.00 para el dueño del carro.

Henry cuenta que cada cien kilómetros suministra alrededor de 2 galones de gasolina de 95 octanos. Antes de las 3:00 p.m. llenó dos veces el tanque. Ya había gastado B.11. 28, por eso no le es conveniente hacer recorridos muy largos por lo caro que está el crudo; qué casualidad que en ese mismo instante se debatía el alza de diez centésimos del petróleo en un programa radial.

ALMUERZO
A las 12:00 mediodía, hora del almuerzo, Henry "parqueó" el taxi frente a una fonda, donde la comida, según él, está más buena que en cualquier otro lugar. Pidió el menú del día y decidió tomarse una sopa de carne con arroz amarillo. La cuenta le salió por B.1.00, restando más de lo poco que tenía hasta ese momento. Después del almuerzo, esta cuenta también va incluida en los gastos y no fue sino hasta las 3:00 p.m. cuando logró hacer 18 carreras y acumuló B. 26.85.

GAJES DEL OFICIO
Hace ocho meses, le ocurrió algo que nunca olvidará: Un pasajero le sacó un arma de fuego y lo encañonó para pedirle tres dólares. Atemorizado, entregó lo que pedía el antisocial, a pesar de que él (maleante) se había percatado de que en la cajilla donde Henry tenía el dinero había mucho más. "Le di lo que me pidió", recordó.

GANANCIAS
Las matemáticas no engañan. Hasta las tres de la tarde había logrado 18 carreras, acumulando B. 26.85. Hasta las seis de la tarde logró 5 carreras más, recaudando B. 8.00. No hizo más recorridos por el afán de ver el partido de Panamá contra México.

De los B. 34.85 que obtuvo, le restó los B.14.34 que se gastó en el suministro del combustible, además del hot dog de B. 1.25 que se comió en la calle y el almuerzo de B.1.00, lo que suma B. 16.59. Su ganancia fue de B.18.26.

Terminada la jornada, Henry dice tener suerte porque se queda con el taxi y no tiene que llenar el tanque.

Además, los domingos sólo entrega media cuenta (diez balboas) y para los días feriados no paga cuenta.

   
 
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