En septiembre de 1960 desperté una mañana con seis bebés hambrientos y sólo 75 centavos en mi bolsa. Su padre los había abandonado, pese a que cada semana les daba 15 dólares.
No me quedó de otra que buscar trabajo junto a mis ahora siete hijos. Recorrimos varios locales, pero sin éxito. Eso cambió al llegar a la panadería La Gran Rueda, donde la dueña se asomó a la venta y vio a los 7 chiquillos dentro del auto. Me dieron el puesto para trabajar de 11: 00 p.m. a 7: 00 p.m. y ganaría 65 centavos la hora.
Me fui a casa, llamé a la niñera y la convencí de que atendiera a los niños en la casa y le pagaría un dólar la noche. Ella aceptó. Esa noche los pequeños y yo nos arrodillamos a orar por mi trabajo. Cuando regresé le di un dólar a la niñera, que era la mitad de mis propinas de toda la noche.
A la semana siguiente mis deudas aumentaban y el carro empezó a tener fallas, mi hogar era un desastre. En una ocasión, mientras reparaba el auto encontré cuatro llantas. ¿Será obra de los ángeles? Faltaban pocos días para la Navidad y no tenía nada que ofrecerle a mis hijos. Pero en la mañana de Navidad aparecieron cajas de ropa, comida y juguetes en el maletero. Todo por la gratitud de los clientes, que en su mayoría eran camioneros y policías. Esto es obra del poder la oración. Yo creo que Dios sólo da tres respuestas a las oraciones:
- "Sí"
- "Todavía no"
- "Yo he pensado en algo mejor para ti"
Podrás estar pasando por momentos difíciles ahorita, pero Dios se está preparando para bendecirte de una forma que tú ni siquiera puedes empezar a imaginar.
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