En las tardes, cuando regresa del trabajo y en sus días libres, da cátedra de algo que ya sabe muy bien. Uno de sus pupilos es Irving Urriola, quien ya está muy práctico.

Comentó que desde niño sintió amor por el acordeón, al punto que asegura: "Si me dan a elegir entre una mujer y un acordeón, me quedó con él, porque es fiel".