Aunque muchas veces sacan de quicio y otras nos hacen reír con sus invenciones, la realidad es que las mentiras son muy frecuentes en los niños. Muchas de ellas responden tan sólo al miedo, miedo al castigo, miedo a defraudarnos o, sencillamente, para buscar impresionarnos. Por ejemplo, cuando un niño le echa la culpa a su hermano por alguna travesura busca, no sólo librarse del castigo, sino evitar perder el amor de sus padres. Es importante, entonces, enseñarle al niño a buscar soluciones y no a encontrar culpables.
Si bien, todas las mentiras no son iguales, hay que explicarles, del mismo modo, que se trata de una mentira. También se debe tener en cuenta que el ejemplo que den los mayores, repercutirá en el pequeño; si los miembros de la familia mienten, los niños también mentirán.
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