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Mi bebé no duerme bien
Para que el bebé se sienta cómodo y seguro, abriguelo bien. (Foto: Cortesia)

Pilar Lara | Psicóloga
Muchos de los trastornos del sueño son secundarios a otros, pero pueden acabar agravando el problema principal.

Trastornos del sueño en el lactante

Aunque estos trastornos son, generalmente, "benignos" no deben ser subestimados, pues pueden ser inicio de trastornos de mayor amplitud.

Hay variaciones importantes en cuanto al numero de horas de sueño que un bebé necesita: suele ser alrededor de 17 horas, y al final del año de unas 15 horas.

Durante los 3 primeros meses, las interrupciones nocturnas suelen ser frecuentes hasta que poco a poco vayan estabilizándose sus ritmos de sueño.

Se evitará sobre estimular al bebé durante la vigilia, sobre todo, en momentos cercanos a la hora de dormir.

Se cuidarán las condiciones externas: luz, ruidos, calor, ...

Y la madre, con sus cuidados "arropará" afectivamente al niño para que éste pueda abandonarse al sueño sin miedos.

El trastorno, propiamente hablando, más común es aquel en el que el bebé duerme períodos de corta duración, seguido de despertares frecuentes, con lloros. Ello altera la vida familiar de forma importante.

Para poder incidir sobre este trastorno, habrá que revisar qué hace el bebé durante el día pues, generalmente, en la mayoría de estos casos se dan condiciones poco favorables para que se establezca un adecuado período de descanso.

PROBLEMAS AL ACOSTARSE
El niño, en cuestión, muestra resistencia a acostarse por diferentes motivos (miedo a la oscuridad, miedo a no despertarse, por sentir inseguridad cuando está solo, por preferir la compañía y la atención de los padres, ...), siempre recurriendo a excusas y

o a conductas manipuladoras. Mientras el niño va consiguiendo alargar el momento, va consiguiendo dosis suplementarias de atención y retrasando la angustia que le produce la separación.

Es conveniente e idóneo atajar este problema antes de que se produzca, y la forma de hacerlo es no transigir en el momento de ir a la cama.

Si esto ya se ha convertido en un problema habrá que establecer todo un plan:

Decidir y señalar en qué momento preciso el niño debe acostarse.

Establecer, en los momentos previos al acostarse, rituales que den seguridad al niño (es decir, hacer cosas que vayamos repitiendo cada día y que le vayan mentalizando de que se acerca la hora de dormir: leer un cuento, coger su muñeco preferido, ...) pero sabiendo cómo poner punto y final y no dejar que también se alarguen incansablemente.

Procurar evitar actividades o juegos demasiado excitantes y activos en los momentos previos de acostarse.

Y, en ocasiones, sería conveniente ofrecer alguna pequeña recompensa al niño por haber cooperado en el momento de acostarse.

DESPERTAR A MEDIANOCHE
Si se produce de manera ocasional, no constituye ningún problema; sí lo será en el momento en que se convierta en un hábito.

El bebé que se despierta a medianoche porque está mojado, tiene hambre o le duele algo no se le puede, en absoluto, ignorar y habrá que proceder como convenga.

Si el niño es ya mayor deberá observarse el motivo que siempre envuelve a esas interrupciones del sueño (a quién llama, qué pide, respuestas que obtiene, ...), y con esta información establecer un plan que podrán establecer los propios padres o con ayuda del especialista infantil.





   
 
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