Entre los barrotes, envuelto en una toalla y con su jabonera en mano, pide salir al baño. Sus pasos son lentos y su mirada triste, denotan el cansancio de su edad y posiblemente el arrepentimiento por el error. Tadeo Hinestroza Paz, de 78 años, está pagando en carne propia su equivocación. Pasa los últimos días en el Centro de Rehabilitación El Renacer, es epiléptico, ve poco y su equilibrio se resquebraja, es más, en ocasiones se ha caído en el baño.
Pastor Henríquez Alveo, compañero de celda, es su lazarillo desde hace tres años. La primera vez que lo vio fue en la cárcel La Joyita en un panorama triste, tirado en el piso y abandonado, con unos pañales desechables y decidió ayudarlo. "Al principio fue duro, su ropa estaba con excremento y malos olores".
Pastor cuenta que ha estado luchando para que lo manden a un asilo o le den casa por cárcel, pero esto no se ha conseguido. Sabe que se ha solicitado una evaluación a la casa del hermano para ver si puede estar allá, pero no es un hecho, por lo que pide a las autoridades de Gobierno y Justicia que le otorguen su petición, ya que con esa edad no debe estar aquí. La ley dice que una persona de 65 o 70 años no debe estar en la cárcel.
No pierde las esperanzas, sigue dándole de comer, lo lleva al baño y hasta le lava su ropa. "Sé que conocerlo no fue casual, Dios me lo puso en el camino para hacer mi buena obra". Pastor sabe que Tadeo es una persona iracunda, pero no duda en ayudarlo.
SIN RECUERDOS
Tadeo prefiere no acordarse cuánto tiempo le falta para salir, por su edad teme no hacerlo con vida.
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