Dios no te llamó sólo a participar en las batallas de tu existencia, Él te llamó a ser un vencedor, el camino divino es para valientes, para la gente que no se rinde ante los problemas de la vida.

Acepta las cosas buenas y malas de la vida con tranquilidad, vive y respira la paz del Señor en cada circunstancia. Dios camina contigo siempre, y cuando atraviesas los senderos oscuros la luz de su mirada te alumbra el camino.

No te apresures a cosechar bendiciones fuera de estación, Dios tiene su tiempo para todo debajo del cielo, no comas naranjas en tiempo de mangos ni utilices abrigo en el caluroso verano.

Lo que Él promete lo cumple, no importa si es verano o invierno, si hay crisis económica o prosperidad, lo que esperas llegará, ni tarde ni temprano, en el tiempo perfecto de Dios.

Sabes, en Dios siempre juegan a tu favor las pérdidas y las renuncias, aunque en el momento se te desgarre el alma y provoquen el derrame de torrentes de lágrimas de tus ojos.

Todo lo que pierdes o a todo lo que renuncias por causa de Dios, al final se te devuelve multiplicado, pero muchas veces en un envoltorio diferente y con sello de eternidad.

Y lo mejor y más maravilloso de todo es que Dios siempre da mucho más de lo que quitan y que las renuncias en Dios te llenan de fuerzas y hacen que resuciten los sueños que las angustias de la vida habían herido de muerte.