Un día un hombre joven se situó en el centro de un poblado y proclamó que él poseía el corazón más hermoso de toda la comarca. Una gran multitud se congregó a su alrededor y confirmó que su corazón era perfecto, pues no se observaban en él ni máculas ni rasguños.
De pronto un anciano se acercó y dijo: "Perdona mi atrevimiento, pero, ¿por qué dices eso, si tu corazón no es ni, aproximadamente, tan hermoso como el mío, o el de tantas otras personas?".
La multitud observó al anciano y notó que su corazón estaba cubierto de cicatrices.
El joven contempló el corazón del anciano y se echó a reír. "Debes estar bromeando", dijo.
"Es cierto, tu corazón luce perfecto. En cambio, en el mío, cada cicatriz representa una persona a la cual entregué todo mi amor. Hubo oportunidades, en las cuales entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció un poco del suyo a cambio".
De ahí quedaron los huecos, dar amor es arriesgar, pero a pesar del dolor que esas heridas me producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que los sigo amando y alimentan la esperanza.
"¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso?
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