Actualmente, usted puede encontrar a este ebanista en Mi Pueblito, ya que es uno de los pioneros en este lugar.

Él tiene su pequeño taller allí mismo en el mencionado sitio turístico, al cual llega todos los días muy temprano para estar siempre pendiente de cualquier cliente que quiera adquirir alguno de sus trabajos.

A los 15 años emigró de Río Hato para buscar un mejor futuro para él y su familia. También estudió y se graduó de perito en Agronomía, pero en su carrera le enseñaron de todo un poco y fue así como descubrió su talento para la ebanistería.

Para Castillo, “Dios le regala a cada ser humano un don y somos nosotros quienes debemos descubrirlo”.

DÍAaDÍA conoció que con este trabajo sacó adelante a sus tres hijos, de los cuales uno es técnico en Refrigeración y las otras dos son contables. A pesar de vivir en un barrio como Cabo Verde, en Curundú, siempre le inculcó a sus hijos lo bueno, lo malo y lo feo. Considera que es el trabajo la herramienta base de cada persona.

Su mayor pasión es ver sus creaciones terminadas y que las personas que visiten Mi Pueblito se vayan satisfechas con su trabajo.

Una de las cosas más duras que ha vivido en este puesto de trabajo ha sido la vez en que la administración pasada los botara, quedando sin un sustento. Solo dependía de los “camarones” que le salían de vez en cuando.

Actualmente, a sus 52 años, vive solamente con su esposa, ya que sus hijos han formado sus propias familias y se siente muy orgulloso de que gracias a los valores que le inculcaron sus padres desde pequeño, hoy ha podido formar a sus tres hijos por un camino de lucha y trabajo.