1854. El cónsul gringo en Colón, Sam Hirsh, comunica al gobernador del Istmo, José Urrutia, que en esa ciudad impera un estado de anarquía, en la cual no existe más autoridad que las bandas de asaltantes.
1893. Debido a las innumerables quejas que existen contra los indígenas de Penonomé, el obispo Alejandro Peralta dicta un decreto que prohíbe en todas las iglesias del país la presencia de bailes de diablicos, sainetes y otros espectáculos folclóricos.
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