Su madre, la señora Ana de Campo, resaltó que su pequeñita fue una gladiadora que siempre luchó, mientras que su padre, Robinson Campo, aceptó que sus vidas ya no serán como antes, sobre todo porque él, siendo doctor, se vio ante la dura prueba de no poder ayudarla, ya que no contaba con la tecnología ni con el dinero, aunque sí con buenos amigos.

Añadió, lleno de lágrimas, que pudo, a través de su hija, ver el milagro de que todo un país se moviera en menos de quince días, para lograr que se operara en EEUU, hasta el punto de reunir más de medio millón de balboas.

En medio de oraciones y el cariño de sus amigos y familiares, después de estas emotivas palabras rezaron el Salmo 23, el Padre Nuestro y un Ave María, como una señal de todos los presentes de resignación ante los designios de Dios.

ADEMAS EN ESTA SECCION... En el abandono Puertas nuevas para la Catedral Presionarán con una marcha Laboratorio fue quien los sacó Compran autos sin el traspaso Banda de narcos es desmantelada Temen que se inunden sus casas Le dieron tres días Paro en el IPHE es inminente El Arco Chato será reconstruido No habrá agua Entregó a su hijo para que pague