Más de 300 millones de niños y niñas en todo el mundo, se acuestan a dormir con hambre y, aproximadamente 100 millones de ellos, son pequeños de edad escolar que no asisten a la escuela, porque sus padres son demasiado pobres.

Éste es parte del informe que hizo público el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas, en su versión 2006 sobre el hambre en el mundo ayer.

Esta publicación explica cómo el aprendizaje y el hambre se afectan mutuamente. Aun si esos niños logran ir a la escuela, los niños y niñas malnutridos no pueden concentrarse en sus lecciones.

Sheila Sisulu, subdirectora ejecutiva del PMA, expresó que esta realidad puede tornarse en un círculo vicioso, en el cual una población de adultos con hambre y sin destrezas, engendra una generación de niños y niñas que tienen tanta hambre que no pueden crecer, aprender o desarrollar sus capacidades para combatir el hambre y pasan, a su vez, a engendrar a sus propios hijos con hambre.