Es cierto que el crédito mueve al mundo, pero hay entidades crediticias que se están dando a la tarea de enviarle a sus clientes tarjetas de crédito de mayor capacidad sin que las haya pedido. Recientemente, se dio un caso de una cliente que aunque la regresó con una nota que decía que no la quería, a su apartado postal le enviaron un estado de cuenta con el saldo de la membresía.
Pese a que se comunicó vía telefónica para que le explicaran, le anunciaron que en ese momento ella debió haber llamado para rechazarla. Aunque exigió una carta de cancelación, le dijeron que se la darían a los 8 días. Es necesario frenar estos abusos, porque nadie tiene derecho a jugar con el presupuesto de las demás personas.
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