Es una docente fuera de serie. Tan sólo con escucharla hablar de su experiencia de trabajo en las áreas rurales, se descubre en ella a una maestra entregada al servicio de la educación por convicción.
Esa es la maestra Isabel Medina, quien contó que desde joven sintió ese deseo de ser educadora. Ella nació en la comunidad El Chileno, y es fruto de una familia de agricultores.
Sostuvo que en su niñez consideró que podía hacer algo por las personas más humildes, y descubrió que esa meta la alcanzaría siendo docente.
La maestra Isabel dijo que se siente realizada, sin embargo, aún tiene muchos proyectos en la mente.
Recordó que es egresada de la Escuela Normal Rubiano, tuvo la suerte de estudiar en esta escuela, mientras estuvo abierta en la capital.
A los 25 años de servicio, esta docente considera que las cualidades que debe reunir un buen educador son: amor por el trabajo sin pensar que todo va a ser remunerado.
"El dinero nunca va a resarcir todo el trabajo que hace un docente", enfatizó. "Además, un buen maestro tiene que ser muy humano, ya que en una comunidad un maestro hace las veces de doctor, de segundo padre, de abogado, entre otros", agregó.
Tanta es la pasión que siente la maestra Isabel por enseñar, que le dice a los padres de familia que sus alumnos son hijos a medias y recalcó que se siente igual de emocionada, cuando uno de sus alumnos la invita a recibir su título profesional en la universidad. "Eso me llena de mucha satisfacción", dijo.
Comentó que para ser maestro, hay que dejar familia en casa y alejarse de las comodidades; pero explicó que ese es su trabajo y lo tiene que hacer bien. Expresó que a pesar de esta situación, "a mis hijos les di calidad de tiempo". Hoy día, sus hijos y nietos la entienden y la apoyan, a tal punto que la acompañan en sus actividades escolares, aunque sea fin de semana.
VALEROSA
La maestra Isabel laboró en una escuela de Cerro Azul, y hoy día, trabaja en la Escuela Majara de Lídice.
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