Les cuento. La semana pasada estuvo en Panamá, María Celeste Arrarás, periodista y conductora del programa de Telemundo (Miami), Al Rojo Vivo, que transmite atrasado un día, TVN Canal 2, todas las mañanas. Ella vino a dictar una conferencia y era entendible que visitara el canal donde transmiten su espacio, además de hacer promoción en medios. María Celeste es una de las periodistas latinas más influyentes en Estados Unidos, pero no es la mejor periodista latina en ese país. Una cosa es ser influyente por el poder que te da un medio, y otra muy diferente, ser un periodista completo. Así de sencillo. Más allá de eso, vergüenza ajena sentí cuando colegas no supieron manejar su idolatría hacia ella y quedaron, en pantalla, al rojo vivo, siendo unos típicos y silvestres fanáticos.

Esto no sería problema si no se vendieran como periodistas, como seudointelectuales y sí como fanáticos. Y es que cuando se está frente a una cámara, un micrófono de radio o con la grabadora de audio, no se puede olvidar del papel que se tiene que desempeñar en ese momento. No pueden olvidar que representan a un medio de comunicación que, supuestamente, vende credibilidad y balance informativo.

Los presentadores de Noticias AM quedaron al rojo vivo, porque ninguno de los que estaban ahí pudo hacerle una pregunta interesante ni presentarnos algo diferente y mucho menos disimular que fueron seducidos por el extraordinario manejo de medios que Arrarás tiene. Ella hizo lo que le dio la gana, los convirtió en un bistec de dos vueltas y se los comió. Al final, todos corrieron a despedir el noticiario junto a ella porque querían 'fantochear', querían la foto y en televisión nacional se declararon fanáticos (persona entusiasmada ciegamente por algo o alguien). ¡Qué pena!

Pero en la conferencia de prensa, la cosa fue peor. Fue literalmente asqueroso ver a los colegas y muy en especial a presentadores de televisión pelear el espacio para la foto y autógrafo con la invitada. La conferencia estaba llena de conductores fantoches que no tenían nada que hacer ahí, que no hicieron ninguna pregunta porque solo fueron a ver y ser vistos. Se peleaban por presentársele a María Celeste y, a pesar de que ella dijo "pregunten lo que quieran", estos personajes no pudieron activar su cerebro con su lengua porque estaban, en ese momento, en la pose de divos y divas de la televisión. ¿Qué fueron a hacer ahí? Fueron pocos los periodistas que hicieron preguntas, porque "los fantoches" ni hablaban ni entrevistaban ni dejaban hacerlo, sólo obstruían e irrespetaban el trabajo de la prensa real.

Pero sabe qué es lo rescatable de todo esto, que al día siguiente, en el programa de radio, 'Lo que hay que oír', Erika Nota, Luis Polo Roa, Franklin Robinson, entre otros, que desconozco quiénes eran, se inventaron un interesantísimo debate sobre el tema y eso es bueno porque tenemos la obligación de ser autocríticos. Tenemos que exigirles a los promotores de espectáculos que a la conferencia de prensa se invite a "periodistas" no a fanáticos disfrazados de representantes de medios. Pasar el límite de periodista a fanático es muy fácil porque somos humanos, pero hay que saber manejarlo porque no hacerlo da pie a cuestionar la labor periodística de la fuente de espectáculos. Si quieren ser fanáticos, háganlo fuera de cámaras y no se aprovechen del medio en el que trabajan para dejar claro, al rojo vivo, que el uniforme y título de periodista o comunicador, les queda grande. ¡Piénselo!