Un día el huérfano, que quería volar como un pájaro, huyó del orfanato. Llegó a un parque donde vio al chiquillo que no podía ni andar ni correr. Se fue corriendo hacia aquel niño y le preguntó si alguna vez había querido volar como un pájaro.

-No, - respondió el chiquillo, pero le aclaró que su deseo era caminar y correr.

Y se hicieron amigos. Los dos chiquillos jugaron durante horas. Luego, vino el padre del chiquillo con una silla de ruedas para llevarse a su hijo. El huérfano se acercó al padre del chiquillo y le susurró algo.

- Estaría bien- dijo el hombre.

El chiquillo que siempre había querido volar como un pájaro se fue corriendo hacia su nuevo amigo y le dijo: - Eres mi único amigo, ojalá pudiera hacer algo para que anduvieras y corrieras como los demás niños, pero no puedo. Pero sí que hay algo que puedo hacer por ti. - El huérfano dio la espalda a su nuevo amigo y le pidió subirse a ella. Entonces empezó a correr por la hierba. Corrió mucho y cada vez más rápido. Esforzó más y más sus piernas. Pronto el viento sopló en las caras de los dos niños. El padre del cojo lloró al ver a su hermoso hijo mover sus brazos arriba y abajo en el viento, mientras gritaba con todas sus fuerzas. -¡Estoy volando, papá, estoy volando!

Pregúntate: ¿Has hecho volar a alguien?