Lo hizo. Con mucho ímpetu, dejando de un lado el miedo por la presencia de ballenas en el lugar y con la mente puesta en su objetivo, el nadador paralímpico panameño se convirtió ayer en el primer latinoamericano con discapacidad física en cruzar el Estrecho de Gibraltar, entre Punta Tarifa (Cádiz), España y Marruecos.
Mucha alegría fue lo que se vivió en España cuando familiares del nadador, su entrenador Carlos González y algunos espectadores españoles gritaban de alegría cuando vieron cómo el panameño pudo en 4 horas y 30 minutos cruzar sin mayores dificultades estas frías aguas que unen el Mediterráneo con el Océano Atlántico.
"Estoy muy contento, estoy feliz por esto que he podido lograr. No dudé en ningún momento de que podía llegar a la meta", dijo Barría a RPC Radio luego de concretar su hazaña.
El Estrecho de Gibraltar, que separa Europa de África mide poco más de 18.5 kilómetros de largo, más del doble de lo que mide el Monte Everest, que se eleva unos nueve kilómetros sobre el nivel del mar.
El nadador precisó que la fe y la confianza en Dios de que podía lograr su meta y las oraciones de todos los panameños le ayudaron a completar el recorrido.
"Nada es imposible si tenemos fe y más si le ponemos pasión a las cosas", acotó Barría, quien en un accidente automovilístico perdió su pierna derecha.
Tras su proeza, la Asociación de Cruce a Nado del Estrecho de Gibraltar (ACNEG) le hizo un reconocimiento al panameño por este logro.
MUY FRIA
Las aguas en las que nadó Barría tenían una temperatura de aproximadamente 17 grados centígrados.
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